viernes, 10 de diciembre de 2010

Te doy mi palabra


Una palabra puede ser más potente que una lluvia de misiles, porque una palabra dicha, o no dicha, gritada o susurrada puede desatar una revolución.

Uno no se da cuenta de todo lo que tiene para decir hasta que empieza a decirlo. Las palabras están ahí, atrapadas en tu cabeza, quieren salir, quieren ser dichas, quieren ser gritadas. Cuando alguien me discute mucho le termino dando la razón, a veces para eso sirven las palabras, para ocultar lo que sientes. Uno cree que las palabras dan respuestas, pero dan algo más poderoso: preguntas.
Decir algo es muy potente, pero más potente aun es no decirlo, porque el silencio también tiene palabras, pero son palabras guardadas, elegidas, que esperan pacientes el momento de ser reveladas. A veces solo hace falta abrir la boca para que se desate un huracán.
Pero las palabras cuando llegan te despiertan. Las palabras pueden distraer, engañar. Las palabras son pensamientos que se convierten en acción.
Actuar es mi palabra favorita, porque no se dice, se hace.


Las palabras están ahí, vírgenes, listas para ser usadas; las palabras provocan, inquietan, movilizan. ¿De quién son las palabras que decimos? ¿A quién pertenecen? ¿A uno, a varios o a todos? ¿De qué sirven las palabras si uno las dice y nadie del otro lado las recibe? ¿Qué valor tiene una palabra si nadie la escucha? Sin palabras no hay silencios. Y sin silencios no hay palabras.
Muchas veces no sabemos por qué callamos, y muchas más no sabemos por qué hablamos. Estamos en silencio, guardándonos las palabras hasta que algo, alguien nos hace hablar. Y sin embargo muchas veces nos quedamos mudos, sin saber que palabra usar.
Dicen que una imagen vale más que mil palabras, pero cuando una palabra tiene valor puede contener mil imágenes.


La palabra vale. ¿Acaso hay una expresión que sea más hermosa, llena de sentido y amor que “
te doy mi palabra”? Te doy mi palabra es un acto de entrega, de amor, de confianza, es más que una expresión de deseo, es un compromiso de vida, es un acto de fe. Porque cuando todo perdió su valor, la palabra puede rescatarnos.

Hay que creer un confiar en el valor de las palabras…

3 comentarios:

  1. "Hay tres cosas que nunca vuelven atrás: la palabra pronunciada, la flecha lanzada y la oportunidad perdida." :)
    me ha gustado la entrada de hoy :)

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  2. La flecha lanzada sí vuelve atrás. Si Robin Hood lanza una al Sheriff de Notthingham y el Sheriff le persigue por el bosque con ella clavada en el culo, jajajaja... Lara, qué equivocada estás!

    Oye, Dios os cría y las Leo os juntáis, ¿eh?

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  3. hola como estas? cuantas verdades en tu entrada...en una parte hablas de q surjen preguntas tristemente aveces dejamos de preguntarnos y seguimos adelante sin saber las respuestas...
    y es triste q hoy casi nadie de su palabra hasta eso hemos perdido...me gusto tu reflexion
    un abrazooo
    David.V.

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